Esta ruta que hice forma parte de un grupo rutas Gastronómicas por toda Europa, podéis ver el resto de propuestas de destinos gastronómicos en el blog de Expedia aquí.
** English post here: Europe in a Plate - Galicia
Los billetes de avión, reservas de hoteles y alquiler de coche las realicé mediante Expedia.es, donde tuve todo el tiempo la información de mis reservas organizada dentro de mi cuenta. Cuando organicéis vuestro próximo viaje, os recomiendo que hagáis las gestiones más importantes a través de la web, luego lo tenéis todo organizado en la app móvil o en vuestra cuenta online. Te llegan avisos de las siguientes reservas, vuelos, alquileres, hoteles, etc. En las mismas notificaciones puedes acceder al teléfono del servicio, por ejemplo, cuando tenía que devolver el coche alquilado, me llegó una notificación informando de la hora y el lugar donde debía hacerlo y como soy así de despistada, yo ni me acordaba de esa hora, así que en un segundo marqué el teléfono y pedí un aplazamiento de hora que me dieron sin problema.
Tuve que planificar una ruta para comer en los sitios mejor recomendados de La Coruña, Finisterre y Santiago de Compostela (dejo para otro momento Pontevedra, Lugo y Orense, fue imposible estrujar tanto en tan pocos días). Hablé con varios amigos y conocidos, gente que sé que podría informarme bien sobre dónde comer en Galicia. Mi querido Juan Carlos del blog Gastronomía en Verso me mandó un correo con muchísimos restaurantes magníficos en su ciudad, Coruña, y algunos fuera. Pam, de Uno de Dos, me recomendó un par más y luego ya amigos de amigos, conocidos gallegos, pusieron la guinda al pastel.
Juan Carlos Alonso, del blog Gastronomía en Verso |
Primera parada: Coruña
Nos alojamos en el Hotel Meliá María Pita,
un clásico de toda la vida restaurado hace algunos años. Las mejores
vistas de Coruña, un desayuno exquisito y las habitaciones y baño
inmensos. Os lo recomiendo sin lugar a dudas.
Imprescindible pasar por La Pulpería de Melide, creo que nunca más voy a volver a probar un pulpo así. De hecho, no me atreví a pedir pulpo en ningún otro sitio en Galicia solo por no quitarme ese pulpo de mi cabeza. Gorka Rodríguez, su chef, fue galardonado el año pasado como mejor cocinero del Año de Galicia 2015 en el Forum Gastronómico A Coruña 2015 y realmente no me extraña. Aparte del pulpo, tenéis que probar la carne gallega y esa tarta de queso que tienen de postre que te hace tocar el cielo, directamente.
Imprescindible pasar por La Pulpería de Melide, creo que nunca más voy a volver a probar un pulpo así. De hecho, no me atreví a pedir pulpo en ningún otro sitio en Galicia solo por no quitarme ese pulpo de mi cabeza. Gorka Rodríguez, su chef, fue galardonado el año pasado como mejor cocinero del Año de Galicia 2015 en el Forum Gastronómico A Coruña 2015 y realmente no me extraña. Aparte del pulpo, tenéis que probar la carne gallega y esa tarta de queso que tienen de postre que te hace tocar el cielo, directamente.
A 23 km de Coruña, tenemos la ciudad de Betanzos, conocida por sus múltiples restaurantes que ofrecen las mejores tortillas de patatas, mundialmente reconocidas. Nosotros fuimos a La Casilla y aunque su tortilla se supone que es la mejor, confieso que me quedé con las ganas de probar la de Casa Miranda, que según Juan Carlos es infinitamente mejor, y yo le creo ;-) Eso sí, en La Casilla nos hizo perder el habla la carne asada a la gallega, un plato que debéis probar sí o sí, aunque llevéis ocho huevos de la tortilla que os hayáis metido entre pecho y espalda.
Paseando por las calles de Coruña:
Churrería Bonilla a la Vista
(la de la calle Galera es la más auténtica), en esta churrería se hacen
las típicas patatas que están de moda ahora, las que vienen en esa lata
gigante y que están tan sumamente buenas.
Otro sitio al que no podéis dejar de entrar si callejeais por Coruña es la Bodega Priorato
en Rúa Franja, 16. Como su nombre indica, tienen vino del priorato,
servido en porrón junto con un buen puñado de cacahuetes. El suelo del
lugar está plagado de las cáscaras de éstos, algo que le da un encanto
especial que te hace pensar que lleva siendo así años y años y que ha
visto miles de citas de parejas que quieren romper el hielo en un lugar
desenfadado, bebiendo un buen vino y compartiendo los pequeños placeres
de la vida junto al resto de comensales.
Cenamos en el restaurante A Mundiña, nos lo recomendaron varias personas y entiendo el por qué. Os recomiendo las almejas, el salpicón de bogavante (lubrigante
en gallego) y la caldeirada de pescados de roca (su plato estrella
hecho con San Martiño, Escacho, Pinto, Raya… los pescados de roca más
sabrosos preparados de la forma más tradicional, la misma que utilizaron
siempre los marineros de A Costa da Morte en sus casas).
5.00 h (día siguiente): visita a la lonja de Coruña
Una de las experiencias más mágicas que he vivido. Amanecer (después
de la cenorra del día antes) tres horas antes de que saliera el sol, con
frío, sueño y resaca, fuimos a la lonja de Coruña a ver la subasta del
pescado.
No está abierta al público, para ir hay que solicitar un permiso
especial, por lo que lo hizo todavía más intrigante y apasionante.
No puedo describir lo que sentí viendo a toda esa gente comprando el
pescado, a los que cantaban los precios rebajando a velocidad del rayo
los productos que habían sido traídos esa misma noche de alta mar.
El ambiente que se respira en la lonja es tenso por el horario y las
prisas pero hay tan buen rollo entre los que están allí, risas, abrazos,
miradas cómplices, como me dijo Montse, una de las pescaderas con quien
tuve el placer de charlar un ratito, eso es como un colegio de mayores.
Si tenéis tiempo debéis parar en el pueblo de Carral, famoso por el pan,
aunque allá donde vayáis en Galicia el pan es espectacular, a cada cual
mejor que el anterior que hayáis probado. Pero si tenéis tiempo, pasad
por las panaderías de Carral.
Comer en Finisterre
Ese mismo día nos pusimos rumbo a Finisterre (Fisterra en Gallego), conocido como el fin del mundo. Solo tuvimos tiempo de ir a comer a Tira do Cordel (la mejor lubina que he probado jamás) y de ver la puesta de sol desde lo más alto de la colina.
Santiago de Compostela
Santiago de Compostela
Hotel AC Palacio del Carmen,
sin duda un sitio precioso para alojarse (si tenéis la suerte de que os
den alguna habitación que no esté en la primera planta y tengáis más
vistas de las que tuve yo). Tiene un precioso jardín donde podéis
tumbaros al sol, meditar, hacer yoga, ejercicio… y un spa con piscina,
sauna y baño turco además de gimnasio.
Desayuno en Café de Altamira,
el restaurante de un hotel decorado de forma muy original emulando las
de una vinoteca con aires modernistas y toques retro, sin olvidar las
raíces de Galicia de piedra y madera.
Es casi obligatorio pasar por el restaurante Abastos 2.0,
os garantizo que tuve una de las mejores experiencias gastronómicas en
años. Y eso que fui con un amigo que hacía dos semanas que estuvo en el
Celler de Can Roca y me dijo que casi había disfrutado más aquí que en
el mejor restaurante del mundo.
Y como punto y final, la guinda del pastel de nuestro fin de semana gastronómico, la puso el restaurante Casa Marcelo. Mi amiga Marta no pudo describirlo mejor (fue un par de días después que nosotros), me dijo: “Dios, estoy a punto de llorar. Estoy disfrutando tanto de la comida que casi me abrazo con el camarero”. Eso mismo sentimos nosotros. Y eso que estuvimos a punto de no ir porque ya no podíamos de comer comer y comer. Menos mal que soy un pozo sin fondo y a mí esto de comer no me satura jamás; porque creo que nunca en mi vida había comido tan bien. No sé si fueron un cúmulo de sensaciones, entre el agotamiento del día anterior de ir a la lonja, el viaje a Fisterra, la cena en Abastos 2.0, el paseo por Santiago, la misa en la catedral donde vimos el Botafumeiro…
Casa Marcelo tuvo un renacer en el año 2012, tras trece años revolucionando la gastronomía gallega con un menú degustación sometido al dictado del mercado como única opción para el comensal en un espacio con la cocina abierta a la sala. Desde ese año el menú pasó a mejor vida (ahora mismo yace enterrado en la huerta del restaurante, os juro que es cierto, en la fotografía tenéis la prueba) y pasó a servir sus platos en un concepto nuevo de taberna con oferta de tapas gallegas y japonesas. Muy recomendables: las ostras, zamburiñas, dim-sum, shao-mae de pollo al curry, patata puerro con yema de huevo casero y tocino ibérico (de muerte lenta), la alcachofa del Amor (tras resucitar volveréis a morir lentamente), el steak tartar de solomillo del país (un poco demasiado picado para mi gusto pero exquisito de sabor), temaki de atún, el churrasco de chimichurri… y seguro que todo lo demás que no tuve la oportunidad de probar por falta de espacio en mi estómago. De postre debéis pedir el queso cremosito del país y membrillo (un queso de leche cruda que producen para el restaurante) y el chocolate, sorbete de mandarina y Pedro Ximénez. Solo digo una cosa: quiero volver a Galicia para volver a Casa Marcelo.
Y no me quiero ir sin mencionar a mi otro gallego favorito, Álvaro Outon, con quien tuve el placer de pasar un ratito por la tarde. Vino a verme cuando estaba en Casa Marcelo y aunque él crea que es él quien se siente privilegiado por haberme conocido, creo que es al revés. Él es el genio. Tomad nota de su blog, seguidle. Porque este chico, llegará muy lejos. Su blog: Bake Alvaro.
¡Ah, y una semana más, no os olvidéis de echar un vistazo a mi último post en #SolarisByMe, donde os enseño un rincón mágico en el Empordà: un restaurante en lo alto de una colina, dentro de un faro! No os lo perdáis, aquí.
Y como punto y final, la guinda del pastel de nuestro fin de semana gastronómico, la puso el restaurante Casa Marcelo. Mi amiga Marta no pudo describirlo mejor (fue un par de días después que nosotros), me dijo: “Dios, estoy a punto de llorar. Estoy disfrutando tanto de la comida que casi me abrazo con el camarero”. Eso mismo sentimos nosotros. Y eso que estuvimos a punto de no ir porque ya no podíamos de comer comer y comer. Menos mal que soy un pozo sin fondo y a mí esto de comer no me satura jamás; porque creo que nunca en mi vida había comido tan bien. No sé si fueron un cúmulo de sensaciones, entre el agotamiento del día anterior de ir a la lonja, el viaje a Fisterra, la cena en Abastos 2.0, el paseo por Santiago, la misa en la catedral donde vimos el Botafumeiro…
Casa Marcelo tuvo un renacer en el año 2012, tras trece años revolucionando la gastronomía gallega con un menú degustación sometido al dictado del mercado como única opción para el comensal en un espacio con la cocina abierta a la sala. Desde ese año el menú pasó a mejor vida (ahora mismo yace enterrado en la huerta del restaurante, os juro que es cierto, en la fotografía tenéis la prueba) y pasó a servir sus platos en un concepto nuevo de taberna con oferta de tapas gallegas y japonesas. Muy recomendables: las ostras, zamburiñas, dim-sum, shao-mae de pollo al curry, patata puerro con yema de huevo casero y tocino ibérico (de muerte lenta), la alcachofa del Amor (tras resucitar volveréis a morir lentamente), el steak tartar de solomillo del país (un poco demasiado picado para mi gusto pero exquisito de sabor), temaki de atún, el churrasco de chimichurri… y seguro que todo lo demás que no tuve la oportunidad de probar por falta de espacio en mi estómago. De postre debéis pedir el queso cremosito del país y membrillo (un queso de leche cruda que producen para el restaurante) y el chocolate, sorbete de mandarina y Pedro Ximénez. Solo digo una cosa: quiero volver a Galicia para volver a Casa Marcelo.
Y no me quiero ir sin mencionar a mi otro gallego favorito, Álvaro Outon, con quien tuve el placer de pasar un ratito por la tarde. Vino a verme cuando estaba en Casa Marcelo y aunque él crea que es él quien se siente privilegiado por haberme conocido, creo que es al revés. Él es el genio. Tomad nota de su blog, seguidle. Porque este chico, llegará muy lejos. Su blog: Bake Alvaro.
¡Ah, y una semana más, no os olvidéis de echar un vistazo a mi último post en #SolarisByMe, donde os enseño un rincón mágico en el Empordà: un restaurante en lo alto de una colina, dentro de un faro! No os lo perdáis, aquí.
Mi querido Álvaro Outon, del blog Bake Alvaro |